Recordando a Marco
  
Ahora que están las elecciones candentes, severas y con estiércol yendo y viniendo entre candidatos y seguidores, recordé una experiencia muy democrática que ocurrió allá por el 94 con un amigo llamado Marco, conocido en el bajo mundo del desarrollo de software como Mark Info.

A Marco lo conocí en la universidad en la que estudié y aún no olvido la primera vez que entramos en comunicación directa. Marco tenía un problema con uno de sus ojos, hasta la fecha no recuerdo cuál de los dos, el cual no se le alineaba inmediatamente cuando volteaba a ver a alguien sino hasta pasado un corto tiempo. Estando en una de las tantas materias que cursamos y en la cual coincidimos, el profesor de la misma nos pidió desarrollar un trabajo en equipo, la persona más inmediata a mi lado derecho era todo un señor personaje llamado Ricardo, un tipo muy capaz e inteligente. Inmediatamente formé equipo con él. En la misma fila de asientos pero a dos o tres puestos a mi izquierda, se encontraba Marco, nos llamó y nos preguntó que si podía ser parte de nuestro equipo. Ricardo y yo al voltear a verlo no contestamos inmediatamente debido a una pequeña confusión que generó el pequeño problema que tenía en su ojo, no estábamos seguros a quién fue dirigida la pregunta porque no estábamos seguros a quién estaba viendo por lo que hablando como ventrílocuo, para no ofender a Marco, Ricardo me preguntó -¿Te esta preguntando a ti o a mí?

Desde ese momento empezaría a involucrarme con una persona sumamente interesante que aportó bastante a mi bagaje “incultural”. Se fomentaría una amistad que yo erróneamente no aceptaría en un inicio pero que por circunstancias propias de la vida, que no de la mía, se haría bastante estrecha.

Brinquemos hacía adelante, al 94, año en que se dieron situaciones particulares en el escenario político mexicano. Primero, asesinaron a Colosio, candidato a la presidencia por el PRI y segundo, se llevaría por primera vez un debate entre candidatos a la presidencia de México, eso era un hito y nadie quería perdérselo.

Durante esos años, ya me desempeñaba como “freelancer” y agarraba cualquier proyecto que me cayera en las manos. Afortunadamente, eran años de bonanza y había muchos proyectos con diferentes instituciones tanto públicas como privadas. No sabíamos en ese entonces que la economía nacional estaba agarrada con hilos y a punto de reventar.

Mi tiempo laboral era algo no estándar, confieso que no me gustaba levantarme temprano pero tampoco me gustaba acostarme temprano.

En esos “ayeres”, mi horario de trabajo auto-impuesto era de 9:30 a.m. hasta las 6 ó 7 de la noche, en casa seguía laborando con trabajos pendientes de clientes (o jugando en la computadora) hasta la una o dos de la mañana, todos los días. Había días que me tenía que desplazar a las oficinas de los diferentes clientes que tenía para entregarles reportes, información solicitada en diskettes (los de 3 ½ estaban de moda), instalar programas, revisión de equipos, etc. No tenía automóvil por lo que me desplazaba como podía, a pie, buses, metro, taxi, un auto prestado o en los “micros” , donde me “volaron” cuatro carteras (la primera tenía dinero y tarjetas de crédito, las otras tres sólo recibos y papeles por lo que no me dolieron, aprendí la lección a la primera).

En ese año en particular y debido a las elecciones, me cayeron en las manos dos proyectos bastante complicados que requerían más dedicación y desplazamiento a diversos lugares. Todo mi horario laboral se alteró y el “pataperrismo” que ya practicaba se haría brutal pero me serviría de entrenamiento para las labores que hoy en día desempeño.

Iniciaba mi día de trabajo en un lugar que estaba ubicado entre Insurgentes y Viaducto para después, a eso de las 5 a 6 de la tarde, viajar más al sur a otra oficina que se ubicaba en el cruce de Mixcoac e Insurgentes. Allí laboraba hasta las 2 o 3 de la mañana (aunque en ocasiones paraba a eso de las 10 u 11 de la noche y me iba a descansar por lo reventado que me sentía). En ocasiones tenía que ir a una oficina de negro nombre que se encuentra ubicada en Bucarelí y en otras a unos edificios de oficinas dispersos en la Roma pertenecientes al PRI. Algunas veces dormía en las oficinas de Mixcoac hasta las 6 de la mañana y después partía a casa para asearme, cambiarme, desayunar y salir nuevamente a realizar mi faena diaria semanal. Los fines de semana eran completamente míos y no los empleaba para laborar, como debe de ser, aunque hubo excepciones.

Para aguantar ese tren de trabajo, fumaba alrededor de 10 a 15 cigarrillos y tomaba alrededor de 1 a 2 litros de café diariamente, mis ojos de mapache eran más que evidentes y de mi aliento ni les hablo. Sobra mencionar que tenía una acidez estomacal muy severa y casi todos los días andaba de malas a todas horas.

Para el proyecto vespertino no me bastaba solo por lo que pedí auxilio y una cotización para manejo de mapas con un producto que se llamaba Map Info (de aquí el “nickname” de Marco) y el cual teníamos cruzar con un manejador de base de datos llamado Fox Pro para Windows.

Yo me encargaría del manejo relacional de la data y alguien más de los mapas y ese alguien me tenía que decir lo que necesitaba para poder enlazar la información geográfica con la data simple y llana que nos iban a proporcionar para alimentar la base de datos y presentar dicha data en pantalla con su correspondiente mapa al lado (mucho antes del Gogle Maps pero además con otros fines).

Empecé a sacar la baraja para ver a quién le iba a pedir ayuda y coincidió que recibí una llamada en esos días de Marco.

-¿Cómo estas maestro? –Siempre me saludaba así pero desconozco el motivo del por qué lo hacía de esa manera. La llamada de él se debió a que quería invitarme a dar clases en la universidad en cualquiera de las materias relacionadas con programación. Decliné dicha invitación y le expliqué que estaba tapado de trabajo por los proyectos que llevaba y que un trabajo más me llevaría a perder la cordura (de hecho, ya la había perdido unos cuantos años atrás, cuando mi madre decidió parirme y me di cuenta a qué mundo tan orate había venido a parar).

Le solté el “gancho” del proyecto que tenía entre manos y le pregunté si le interesaba y que cuánto cobraría. Se mostró muy interesado inmediatamente por la novedad que representaba el proyecto por sí mismo por lo que me dijo que lo iba a meditar y que me llamaría ese día un poco más tarde para acordar algo.

Más adelante acordamos las tarifas y el horario. No podía trabajar antes de las 4 de la tarde porque estaba dando clases. A mi me quedó como anillo al dedo porque coincidiríamos en el horario de trabajo y así podríamos ponernos más rápido de acuerdo.

Así fue que iniciamos ese trabajo en conjunto. El proyecto que desarrollaríamos era para el PRI pero financiado por un tercero, adicionalmente yo llevaba otro proyecto para una Secretaría de oscuro historial en esa misma oficina pero en solitario, no involucré a Marco pues era un proyecto de manejo de data confidencial, nada complejo pero el cual arrancaba en la noche el mismo. Tenía otros proyectos más que llevaba en paralelo, uno con el Metro de la ciudad del que no recuerdo ni de que fue, otro más con el gobierno del DF que era una jalada de los “pelícanos” (desarrollando macros para Lotus), más los de los clientes “base” que había en esos entonces.

Estábamos en pleno desarrollo del proyecto cuando ocurrió el asesinato de Colosio, las conversaciones en la oficina inmediatamente cambiaron de tenor por que era importante saber quién sería quien llenara el hueco dejado, era necesario anticiparse pues los dueños de esa firma estaban ligados al equipo de campaña de Colosio y necesitaban posicionarse inmediatamente, no tardaron mucho en apostarle a Camacho como el más probable sustituto a la candidatura a la presidencia e intentaron acercamientos con él, por eso de obtener favores. Se perfilaba como la persona idónea y fuerte del PRI, sin embargo, dentro del PRI comenzaron a correr rumores acerca de un posible involucramiento de Camacho en el asesinato de Colosio y eso, aunque no fue verdad, se vio reflejado cuando Camacho fue al funeral del mismo pues fue increpado fuertemente por los mismos priístas de a pie. El camino se le cerró.

Marco y yo nos preguntábamos, inocentemente, pues eramos unos neófitos de la política, y además les habíamos planteado a los propietarios de la firma “¿Y si es Zedillo?, como piensan posicionarse”. Vamos, Ernesto Zedillo se veía inofensivo y manejable, le convendría a Salinas dejarlo. Pero cuando Salinas anunció que Zedillo sería el candidato, todo mundo pensó que era una broma pues no se le apreciaba madera de político, pasó un rato hasta que les cayó el “veinte” a todo mundo de que la cosa iba en serio.

Quién iba a decir que Zedillo no ladraba pero si mordía.

Mi amistad con Marco siempre fue pedregosa desde que recuerdo. Nos tirábamos sartenes, ollas, la plancha y estiércol pero de forma por demás no ofensiva y bastante jocosa. Estábamos acostumbrados a ese trato raro pero el aprecio mutuo era muy fuerte pero esa amistad iba a pasar una prueba de fuego muy interesante.

Ya con los gallos en plena contienda electoral sacamos, por fin, nuestros trapitos políticos al aire. Un día cualquiera, él me dijo de frente y sin pena “Yo voy a votar por Zedillo”, yo le contesté “¡Estas operado del cerebro! El bueno es Cárdenas”. Y de allí agarramos más tela para lanzarnos palanganas de mierda de un lado a otro.

“Que lo del 68, que décadas de miseria, que es un ex priísta resentido, que es un comunista, que es un tecnócrata, que es un revoltoso, Salinas mandó a matar a Colosio y ahora quiere un títere, Cárdenas es un ardido porque no le dieron la presidencia… etcétera”. Los mismos argumentos reales y/o falacias que ahora se esgrimen en las redes sociales antes se esgrimían de frente con quien tuvieras a la mano, la cosa era más personal.

Procurábamos no ventilar nuestras diferencias políticas en el trabajo vespertino por la clase de proyectos en los que estábamos involucrados y con quien estábamos involucrados. No queríamos mezclar nuestras pasiones políticas con la papa.

Ese era mi contexto en aquel entonces. Como dije en un principio, el ambiente frenético en la política que se está viviendo en éste momento es lo que me llevó a recordar el frenesí de ese año y en particular la preparación del famoso debate que se iba a llevar a cabo en esos días.

El día de la confrontación entre los candidatos a la presidencia, Marco y yo decidimos que no nos lo podíamos perder y que iríamos a verlo en un sitio cercano a la oficina, por lo que el día en cuestión, paramos actividades a una hora predeterminada y nos dedicamos a buscar cualquier antro que fuera a presentar el debate en televisión, acabamos en un Samborns de no sé dónde, en el bar, con una buena dotación de tequilas y botanas.

-Ahora que Cárdenas presente su programa verás que ese “güey” sabe de que lado masca la iguana. El otra vez lo conocí en persona, es muy sencillo. –Le dije a Marco – estaba en la oficina de un cliente cuando él llego y la persona encargada de la oficina le dijo “Ingeniero, le presento al Ingeniero Ramos, él nos da soporte en lo relacionado a las cuestiones de las computadoras” . Yo no me moví de mi sitio, no tanto porque fuera Cuauhtemoc sino porque estaba enfrente del hijo del “Tata” y no supe ni cómo reaccionar. Cárdenas se me acercó y me dijo “Mucho gusto, Cuauhtemoc Cárdenas para servirle”, me lo dijo muy sencillamente, como si no lo conociera al “güey”.

-Y ¿cómo es?

-Es más alto que yo.

-Cualquiera es más alto que tú- me dio jaque Marco.

-Menos tú –se la aplique de vuelta.

-Y ¿Qué más?

-Bueno, es igual de feo en persona que en las fotos. –Nos soltamos riéndonos a chorros- Yo creo que por eso voy a votar por él, los feos somos muy unidos y nos apoyamos unos a otros. Por eso no entiendo porque no votas por Cárdenas.

No recuerdo su respuesta pero seguramente fue muy ingeniosa pues Marco empleaba un sarcasmo inteligente para replicar, mientras que yo apelaba a la fuerza y lógica de mis argumentos… la verdad, yo era muy visceral y me daba por despotricar pendejadas.

Me explicó sus argumentos por los que él consideraba que Zedillo tenía que ser el presidente y nos batimos en un duelo de ideas y contra-ideas hasta que salieron a la palestra los contendientes y comenzó el tan esperado debate, yo creo que ha sido el único que ha tenido un “rating” más alto que las telenovelas.

Cuando terminó el encuentro, los dos estábamos boquiabiertos (y medio briagos). El otro contendiente era Diego Fernández de Cevallos, conocido como ‘el jefe” que tiene un porte de conquistador español (aún hoy en día) que no puede con la misma. Este individuo les dio un repaso a nuestros gallos y los dejó como pollos. En otras palabras, los barrió, trapeó el piso con ellos, se limpio el … con ellos, los masticó, los escupió… en resumen, los hizo polvo, por decir lo menos.

Al final del debate, ni Marco ni yo dijimos nada acerca de nuestros candidatos favoritos, mejor nos retiramos con la cola entre las patas. Marco fue muy gentil en darme alojamiento en su casa, aún vivía en el centro.

Asumimos que el “jefe” Diego sería el siguiente presidente de México, pero ocurrió algo que nadie se explica y es que después del debate, Diego desapareció del escenario político por lo que fue aprovechado por la maquinaria del PRI para afianzar a Zedillo. Suponemos que alguien le metió un susto pero nadie supo de qué tipo.

Zedillo sería a la postre el ganador de la contienda lanzando a mi “gallo” hasta el tercer lugar pues Diego, con todo y su desaparición, quedaría en segundo.

Ya todos conocen el desenlace de esa aventura con Zedillo. Le dejaron una bomba de tiempo que le detonó a unas semanas de arrancar el sexenio, el valor del peso frente al dólar había sido fijado a un precio irreal y cuando se soltó la cotización del mismo para re-valuarlo, el peso siguió el flujo natural de irse al caño. Así dio inicio el famoso “error de diciembre” que ocasionó una devaluación feroz del peso pero también una crisis descomunal bancaria por lo que se tuvo que implementar el FOBAPROA que hasta la fecha sigue vivito y coleando. Ocurriría el ya famoso “Efecto Tequila” que tiro bolsas por doquier y mis negocios de “freelancer” se fueron en caída libre por la cancelación “multitudinaria” de proyectos.

Ocurrieron cosas interesantes durante el sexenio de Zedillo, muchas de ellas empujadas por la sociedad civil, entre ellas una serie de reformas políticas que a la postre permitió la alternancia del poder de un partido diferente al PRI. Aunque la alternancia realmente no se ha dado del todo, pues el PRI nunca dejó el poder, ha conservado la mayoría de las gubernaturas y escaños en las cámaras pero considero que se ha avanzado considerablemente.

El punto al que quiero llegar es, Marco y yo no coincidíamos fuertemente en cuestiones políticas, sin embargo, eso nunca afectó nuestra amistad. Nuestras discusiones fueron en muchas ocasiones muy ríspidas pero sin faltarnos el respeto mutuo y siempre tratábamos de dar a entender porqué el candidato al que apostábamos era el mejor desde nuestro limitado punto de vista de la política. Trabajamos , compartimos, charlamos, nos saludábamos, compartíamos experiencias, nos conseguíamos contactos para proyectos, entre otras cosas a pesar de nuestras diferencias ideológicas.

Coexistíamos y la tolerancia era parte importante de ello.

El caso es, en el 94 no ganó el candidato (ni en el 88 ,ni en el 2000) que yo seguía pero no se acabó el mundo (aunque estuvo cerca ¡je!) y acabé escribiendo ésta historia 18 años después.

La vida sigue, nuestro país también.

Esa es nuestra democracia, sigue desarrollándose y hay que protegerla. Es un parto difícil cada vez que hay elecciones y no hay cesárea de por medio. El hecho de que haya candidatos que nos causen escozor, mientras que haya otros con los que simpatizamos aunque sea parcialmente, muestra la pluralidad que se ha alcanzado.


Voten por quien quieran, pero háganlo, no dejen que otro decida por ustedes.


Hoy, Marco ya no está, tenía el corazón tan grande que tomó la decisión de detenerse porque no le cabía en el pecho. Pero las lecciones que tenía que enseñar fueron dejadas a tiempo.

“La Democracia no es perfecta, su imperfección fundamental esta, en que una mayoría de pueblo, de solamente un 51% puede imponerse sobre el resto del 49%, y por un tiempo, y hasta las próximas elecciones, en que este 49% trata de convencer y conceder a los del 51% para adicionar entre ellos aliados y ganar en votos, y prevalecer en las próximas elecciones como mayoría..

Partidos políticos ganan y pierden, pero el pueblo en general siempre gana, porque el resultado de todas estas repetidas y regulares contiendas, es un mejor entendimiento para el pueblo de sus problemas y poner en marcha las soluciones a los mismos, y también reafirman valores democráticos y morales y el derecho del ser humano a la libertad, como derecho de cuna.

Es precisamente, esta imperfección fundamental en la Democracia, como el carbón y el agua en la caldera, que de su fuego y conflicto, da el vapor, que pone en marcha la rueda.”

ElMataChe (Un usuario de Youtube), no sé si lo sacó de otro lado.